jueves, 7 de enero de 2010

Disfrutar del campo y la familia en los alrededores de Leyda


POR VERÓNICA MATTE L.

Entre Santiago y San Antonio, al costado de la Autopista del Sol, se encuentra Leyda, famosa por su estación de ferrocarriles que después de un gran incendio en febrero de 1984 quedó totalmente destruida. Su construcción, contemplada en el "Plan Balmaceda de 1888", es parte de la vida y los recuerdos de familias como los Valdés, Cox, Larraín, Fernández, Haeussler y Claro, entre otras. Hoy, esos ambientes y paisajes que recreaba el famoso escritor nacional, Eduardo Barrios en "Gran señor y rajadiablos", han pasado a tener una gran importancia, ya que Leyda se ha transformado en una de las zonas más cotizadas, por la calidad de sus tierras, para los vinos blancos y pinot noir , ganadores de todos los concursos y las más altas puntuaciones en las guías de vinos. Así, existen hoy grandes viñas en la zona, además de importantes plantaciones de aceite de oliva, paltos, nogales y frutillas.

"Cuando mis hijos estaban chicos no cabíamos todos en el auto, por lo que los niños y yo viajábamos desde la Estación Central hasta Leyda en tren. Carlos Figueroa, mi marido, se venía en nuestro auto con las cosas para el verano y nos iba a buscar a la estación. Recuerdo con gran cariño los largos veraneos en que no había electricidad, a veces faltaba el agua y la entretención pasaba por hacer paseos y carreras a caballo siguiendo al tren, almorzar en los potreros en medio de la trilla, además del infaltable juego de cartas en las tardes", comentó Sarita Guzmán Valdés, nieta de Vicente Valdés Bascuñan, dueño de la Hacienda La Unión, que abarcaba desde Malvilla a Leyda.

La Unión fue heredada por las hermanas María y Elvira Valdés Freire. La última, tras enviudar tempranamente, vendió su parte y María, casada con Eugenio Guzmán García Huidobro - que fue alcalde de Cartagena-, conservó su campo, llamado "El Sauce", que fue expropiado en 1970. La casa patronal siguió en la familia hasta el año 1986, cuando la compró junto a 400 héctareas de campo, Gonzalo Ibáñez Langlois. "Adquirí la casa en muy mal estado, luego del terremoto del 85. Me encantó este lugar; al restaurarla he conservado su estructura original. Aquí la inversión sólo se paga con la satisfacción de ver a toda la familia reunida. Venimos lo más seguido posible y siempre alguno de mis 11 hijos con alguno de nuestros nietos nos acompañan", señaló Gonzalo, mostrando el parque francés que adorna la casa. Por su parte, los Figueroa Guzmán y los Eguiguren Guzmán adquirieron en los 90 algunas hijuelas de la antigua Hacienda que eran propiedad de los entonces trabajadores, y que hoy, junto a sus hijos, disfrutan el máximo tiempo posible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario