viernes, 17 de septiembre de 2010

Raúl Ruiz: "Fue un milagro: llegaron dos hígados para mi trasplante"

WIKÉN
viernes 17 de septiembre de 2010


Antes de filmar la elogiada "Misterios de Lisboa", Raúl Ruiz ofreció hacer Blest Gana para la TV chilena. Le dijeron que no.
filmaba pensaba que estaba haciendo mi última película".

"Los dos eran de Chile. Uno de amigos que lo consiguieron junto a la Iglesia Evangélica, otro del Opus Dei", dice Raúl Ruiz, recuperándose y encarando los buenos resultados de "Misterios de Lisboa", su última cinta y que realizó muy enfermo. Meses después de esa historia, habla de su recuperación, de sus deseos y de la relación con nuestro país.

POR RUI PEDRE TENDINHA, DESDE LISBOA PORTUGAL




El encuentro está marcado para las 17.00 horas. Hace mucho calor en Lisboa y Valeria Sarmiento, compañera y editora de las películas de Ruiz, acuerda la entrevista en el bar del Hotel Altis. A las 17:01, Raúl, acompañado por Valeria y por un bastón, entra en la recepción del hotel que parece perdido en el encanto de los años 70. Es un Raúl Ruiz sustancialmente más flaco. Cuando me saluda percibo que, a pesar de estar y hablar con una voz muy débil, tiene energía. Una energía casi dulce. Dice querer hacer la entrevista en portugués, pero su discurso parece un portuñol. Dice también que necesita entrenar su discurso en esta etapa de convalecencia, quejándose de que aún lo afectan los medicamentos y las anestesias a las que estuvo expuesto durante la primavera pasada. Algunas de sus palabras son tiradas a la fuerza.

Estoy ahí delante de un hombre de 68 años, tan frágil como firme. Alguien que bromea con ironía desalmada con su estado de salud, la recuperación de un trasplante de hígado. Un trasplante que le salvó la vida y que, generalmente, nunca es hecho a personas de esa edad. Y Raúl se siente un sobreviviente. Se siente tocado por un milagro insondable. De aquellos que están más cerca de la ficción.

Y es también un hombre con una sonrisa sincera: "Con este nuevo filme, 'Misterios de Lisboa', estoy teniendo una unanimidad que nunca había ocurrido. A todos les gusta y nunca había sido invitado a tantos festivales. ¡Hasta estoy preocupado!". Para Raúl, esta película es como un retorno al comienzo de su carrera, una recapitulación de los tiempos en que ponía en escena piezas de teatro de vanguardia y era guionista de telenovelas mexicanas grabadas en directo. "Desde siempre que la técnica narrativa de las telenovelas, las antípodas de aquello que se llama drama moderno, tienen las arbitrariedades propias del género, o sea, conserva la naturaleza de la incoherencia del realismo. La realidad está llena de incoherencias y esas incoherencias pocas veces están en las películas. Cuando están, están demasiado marcadas. Era eso lo que me interesaba explorar. El 'culebrón' es el paraíso: ¡el reino de las incoherencias narrativas! No es el personaje el que guía la acción. Es la acción que conduce al protagonista. El culebrón es capaz de sembrar las turbulencias del tiempo, los años pasan, los días vuelan. Después, en el presente, cuando se mira para atrás, para el pasado, las historias se ven diferentes".

-¿Qué fue lo que lo atrajo para adaptar la novela portuguesa de Camilo Castelo Branco?

"El sentido del humor y todo aquel cómico absurdo, muy lusitano y subterráneo. Al mismo tiempo, me emocionaba el contenido telenovelesco. Ya hace mucho que quería hacer novela en el cine, esto es, jugar con el espacio y con el tiempo. Antes de que el productor Paulo Branco me pidiera filmar 'Misterios de Lisboa', ya le había propuesto a la televisión chilena filmar a partir de Blest Gana. Camilo no deja de ser un equivalente de Gana, aunque sea aún más difícil. Camilo Castelo Branco es un escritor denso, vertiginoso. Curiosamente, llegué hasta este libro por una coincidencia. Fue el productor Paulo Branco que me llamó por teléfono a Chile para hacer este proyecto, precisamente en el momento en que la televisión chilena no avanzó con mi idea".

-A pesar de que en la génesis de "Misterios de Lisboa" está la serie televisiva, encaró este desafío como una obra de cine...

"Sí, me interesaba trasladar esto para la gran pantalla y no regirme por ciertas reglas del cine. Me interesaba en un plano de secuencia destacar a un personaje que no fuera central. ¡Cualquier profesor de cine dice que eso no se puede hacer! El editor puede pedir pasar a otro plano, pero ese otro plano nunca existe. Un crítico americano que vea esta película va a acusarme de recurrir sólo a established shots, o sea, aquellos planos que se hacen sólo para ayudar a la memoria de los actores, antes de hacerse el verdadero take. La ventaja de esta opción formal mía es que hace que sea posible una y sólo una forma de montaje. Se dio todo muy bien en este caso, pues estuve enfermo en un hospital luego del rodaje. Además, antes de enfermarme ya había montado la película. Después, el trabajo era cortar, reducir. Con tanto que cortamos pienso que se podía hacer otra película sólo con las escenas eliminadas".

-Por el hecho de haber recibido tantas críticas positivas, por la alabanza en los festivales y por haber conseguido terminar el montaje después de una enfermedad que casi lo mató, comienza a pensar en la idea de "milagro del cine".

"¡Sí! ¡Y de qué manera, literalmente milagro! Sin sentimentalismo, cada día que filmaba pensaba que estaba haciendo mi última película. Estaba filmando con la vida en riesgo. Llegué a preguntar a los médicos cuál era efectivamente mi riesgo. Ellos me decían que no sabían, ¡pero después era casi un 50%! Pienso que terminar esa película era como tirar una moneda al aire y ver cuál era la suerte. Hasta pensé que la película iba a salir más triste, pero terminó siendo lo contrario. ¡Pero eso de milagro es increíble! Para ayudarme, llegaron dos hígados compatibles desde Chile. Uno de amigos que lo consiguieron junto a la Iglesia Evangélica, otro del Opus Dei. Es tan raro conseguirse un hígado compatible de un día para otro, ¡y yo tuve dos! Más milagroso no podría ser...Y ahora ni sé cuál de los dos tengo dentro de mí. La lógica de este milagro es igual a los propios Misterios de Lisboa, tiene que ver con los escritos de Camilo.

A esta altura de la conversación, Raúl encuentra extraño que el bar del hotel esté vacío. Decide pedir un café y un agua. "¿Un café? Raúl, ¡no puedes!", replica Valeria. "Sí, un café", replica con calma temperada. Y, pasados cinco minutos, Raúl disfruta el café. Es como si aquel hombre se estuviese poniendo al día con la vida. Valeria lo mira y se sorprende porque aún no está cansado. Raúl vuelve a decir que le hace bien hablar y sistematizar el raciocinio. Y prosigue, cada vez con más fluidez.

-Su relación con la cultura portuguesa es una cosa fuerte. Ya viene desde los años 70. Es un caso de amor...



"Me siento muy ligado al cine. Y no sólo al cine, también al comportamiento. Doy un ejemplo: la señora que me cuidaba cuando estaba inválido aquí, después de la operación, la primera cosa que me hacía después de bañarme no era vestirme. Estaba desnudo y la primera preocupación de ella era siempre peinarme. ¡Antes de los calzoncillos, me peinaba! Es ese tipo de prioridades que me atrae de los portugueses. Mi amor con Portugal comienza, al ser una metáfora de Chile. Ahora, Portugal es Portugal. Las películas que últimamente hice en Chile, como 'Días de campo', podían ser metáforas de Portugal, podrían ser portugueses...".



"Cada día que filmaba pensaba que estaba haciendo mil última película"


-¿Y cómo es para un cineasta extranjero llegar tan lejos con una película extranjera, en un idioma que no es el suyo?

"Criptostésica, esta expresión que habla de la capacidad de un médium para entender de forma racional fenómenos espirituales, es perfecta para mí. Por instinto he conseguido adivinar cosas. Tengo una relación criptostésica con Portugal...".

-Y recurre muchas veces al mismo productor portugués, Branco, que produce películas suyas como "Klimt" y "Tres vidas y una sola muerte".

"Al contrario de muchos productores, Branco es un productor con dudas. Eso es bueno. En este rodaje sus opiniones nunca eran perentorias. Él tiene el don de decir que no está seguro. Aunque ningún productor dice que no está seguro, cuando están inseguros, dicen que están seguros. Últimamente, cambió. Ya está más seguro (risas). Pero una cosa es cierta, si él tiene posibilidades de producir una película, esa película será hecha. Con o sin dinero".

-¿Y cómo está en este momento la relación de Raúl Ruiz con Chile?

"Si fuese peruano o brasileño, sería peor. Aquel que parte es siempre un loco menos. Lo que complica es el hecho de partir y volver muchas veces. Pero Chile es un país muy corrosivo. Quedarse en Chile es casi un suicidio".

-Curiosamente, el cine chileno en los festivales está ganando una cierta dimensión de culto.

"El trabajo que Matias Bize hizo en la escuela es muy bueno. Hay otro que siempre me olvido. Juntos forman parte de los contemplativos, aquellos cineastas seguidores de Béla Tarr. En Chile, los ídolos de los jóvenes cineastas son los cineastas marginales del mundo como Pedro Costa".

-¿Cree que hay algo de quijotesco hoy en día al presentar una película cuya duración supera las cuatro horas y media como "Misterios de Lisboa"?

"Sí, pero la película funciona como una inmersión. Recuerdo haberle dicho al director Michael Cimino cuando hizo 'Las puertas del cielo' ('Heaven's Gate') que la versión de cuatro horas era más corta que la versión de dos horas".

-Como cineasta, ¿qué placer le da cambiar este enfoque al digital?

"Decía que lo digital quitaba profundidad. ¡Mentira, ahora no! En un aspecto técnico, la precisión de una cámara digital es irrefutable. Lo digital tiene cosas que los 35mm no permiten. Esa precisión es tan peligrosa para los actores con más de cuarenta años, se ve todo, hasta se puede saber lo que el actor comió en el almuerzo".

En la despedida, me confiesa que debe marcar presencia personal en el Festival de San Sebastián. Valeria le recuerda que primero tiene que contar con autorización de los médicos. Pero Ruiz se quiere recuperar, se siente eso en su mirada. Hay películas para hacer, libros para terminar y teatro para montar. Es al trabajo que Raúl Ruiz prosigue en su convalecencia. Despacio, con calma. De la misma manera que se mueve al momento de salir del hotel con el rostro de 70 años. Un hotel donde antes del adiós confesó que sería un buen escenario para una película. Raúl Ruiz siempre está en constante Repérages.

POR RUI PEDRE TENDINHA, DESDE LISBOA PORTUGAL.
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RAÚL RUIZ
MISTERIOS DE LISBOA
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jueves 23 de septiembre de 2010

El "portuñol" del cineasta causó la confusión:
El hígado trasplantado a Raúl Ruiz no era de un donante chileno
La esposa del director aclaró que éste recibió un órgano de un donante portugués y que desde Chile sólo llegaron oraciones.

Paula Leighton



Como si se tratara del guión de una de sus fantásticas películas, el viernes pasado el cineasta Raúl Ruiz aparecía en una entrevista declarando que el trasplante hepático al que fue sometido en julio pasado en Portugal fue posible gracias a que "llegaron dos hígados compatibles desde Chile. Uno de amigos que lo consiguieron junto a la Iglesia Evangélica, otro del Opus Dei".

La frase causó revuelo entre pacientes que han recibido órganos o están en lista de espera y médicos de equipos de trasplantes, quienes esta semana enviaron cartas al Director de este diario pidiendo precisar la información y aseverando que eso no podría haber ocurrido.

Así lo corrobora el doctor Diego Buchuk, coordinador médico de la Corporación del Trasplante: "Es imposible que hubiera recibido un órgano enviado desde Chile", aclara . La primera razón es técnica: "Entre la extracción, el traslado y el trasplante de un hígado no pueden pasar más de seis a ocho horas". Un vuelo a Portugal toma más de 15 horas.

Además, existen restricciones legales. "Si bien la ley chilena permite la exportación de órganos, esto sólo puede ocurrir si en el país no existe un receptor compatible en lista de espera". Y en Chile hay 210 personas que esperan un hígado.

Finalmente, agrega el doctor Buchuk, "es imposible que en Chile alguien consiga y transporte órganos por su cuenta. Este es un procedimiento complejo, que está sumamente regulado y lo coordina la Corporación del Trasplante".

A través de un email a "El Mercurio", ayer la esposa del cineasta, Valeria Sarmiento, despejó el malentendido. El órgano que recibió Ruiz "es un hígado de un donante cadáver portugués. En ningún caso se pensó recurrir al servicio médico chileno", dijo.

Sarmiento, quien estuvo presente en la entrevista realizada en Lisboa, explicó que "el origen de este error es que el periodista portugués (que hizo la entrevista) comprendía poco del dialecto portuñol que Raúl habla". Por eso, agregó, cuando el cineasta atribuyó, con cierta ironía, la milagrosa aparición de dos órganos compatibles a las oraciones de algunos amigos chilenos, "el periodista entendió que los hígados eran chilenos y no las oraciones".

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