miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hitos principales en la historia del archipiélago

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miércoles 7 de septiembre de 2011

Juan Fernández: islas marcadas por el misterio y los episodios legendarios

Refugio de corsarios y piratas y cuna del mítico "sándalo", el archipiélago ha sido escenario de múltiples acontecimientos históricos. Entre ellos, el destierro de ilustres patriotas, el hundimiento del navío germano "Dresden" y la dramática sobrevivencia de Alejandro Selkirk, quien inspiró la novela "Robinson Crusoe":





Elena IrarrázabaL y Daniel Swinburn
Un pasado rico en aventuras, episodios históricos y también en desastres es el que cuentan las islas que conforman el archipiélago de Juan Fernández. Famosos viajeros y naturalistas como Lord Cochrane, María Graham, Claudio Gay y Rodulfo Philippi visitaron sus abruptas costas, frecuentadas por corsarios y piratas.

Allí vivieron, en precarias condiciones, una serie de ilustres patriotas (como Juan Egaña, Juan Enrique Rosales, Agustín Eyzaguirre y el padre de Diego Portales), encarcelados allí por las autoridades españolas durante la Reconquista. En los siglos anteriores fueron numerosos los piratas y corsarios que recalaron en la isla, desde los holandeses Jacobo le Maire y Cornelis Schouten, (1616), Henry Morgan apodado "el rey de los bucaneros" (1680) y los piratas Edward Davis (1691) y William Dampier. El siglo XVIII conoció la visita de la famosa flota inglesa liderada por George Anson. Pero tal vez el episodio más famoso ocurrido en estas islas es el protagonizado por un marinero escocés llamado Alejandro Selkirk, que fue la inspiración para la novela "Robinson Crusoe".

Según el relato de Ben Macintyre -escritor y redactor del Times de Londres-, Selkirk viajaba en el barco pirata "Cinq Ports" y tuvo desacuerdos con el capitán. El marino intentó encabezar un motín y en castigo fue desembarcado en un remoto rincón del archipiélago con un mosquete, pólvora, un hacha, instrumentos de navegación, 2 libras de tabaco, una Biblia y un poco de queso. En un principio, Selkirk pensó en suicidarse, pero poco a poco se fue acostumbrando a su soledad (nunca tuvo un amigo llamado Viernes, como en la novela). Se hizo amigo de los gatos monteses y se alimentó de focas, tortugas y pescados, además de hierbas silvestres. Cuando sus ropas se hicieron pedazos, se fabricó otras con pieles de cabras salvajes.

Tras cuatro años y cuatro meses de soledad, la tripulación del "Duke" -un navío que circulaba por el archipiélago- divisó una figura hirsuta que intentaba comunicarse. Tras muchos esfuerzos, fue capaz de decir la palabra "abandonado", prorrumpió en llanto y fue rescatado. De regreso en Fife, Selkirk se hizo famoso y contaba su historia de "pub" en "pub". El relato llegó a oídos de Defoe, que escribió "Robinson Crusoe" en 1719, obra que se convirtió en un best seller mundial e inspiró otros relatos similares.

Otro episodio muy citado en la historia de Juan Fernández es la extinción del perfumado árbol conocido como sándalo. El agradable aroma de su madera fue su perdición, ya que su rentable explotación destinada a aromatizar ambientes aristocráticos en los siglos XVIII y XIX condujo a que fuera sobreexplotado. "El último ejemplar vivo encontrado en la isla fue cortado en 1915 para la confección de artesanías", explica el experto Patricio Arana, profesor del Departamento de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso, autor de la completa obra "La isla de Robinson Crusoe" (2010), que recorre la geografía e historia de la isla.

El caso Maurelio y el hundimiento del "Dresden"

Entre las historias que destaca este libro figura la reseña que hiciera Vicuña Mackenna en su historia de la isla, publicada en 1883, donde recuerda a Francisco Javier Maurelio, colono chileno que llegara a instalarse junto a su familia en la isla hacia 1845. Molesto éste por la presencia de un marinero escocés, Archibald Osborn, de quien presumía oscuras intenciones en contra de su familia, fue herido a bala en una emboscada y luego sometido por el mismo Maurelio a un juicio sumario que resultó en la condena a muerte de Osborn, ejecutada por Maurelio. Notificadas las autoridades chilenas, Maurelio fue trasladado a Valparaíso, donde fue condenado a cinco años por asesinato. Jorge Inostrosa recreó en el siglo XX esta historia en su novela "La justicia de los Maurelio".
El asentamiento definitivo de colonizadores en la isla fue obra del suizo Alfred de Rodt, que motivado por su amor a la aventura arrendó el archipiélago a Chile en 1877, y desarrolló un proyecto de explotación para la isla principal. Permaneció en la isla 28 años.

El hundimiento del buque de guerra alemán "Dresden" en marzo de 1915, por los propios alemanes, ante el ataque de la armada inglesa durante la Primera Guerra Mundial, en las costas de Juan Fernández, es un hito en la historia del archipiélago. El "Dresden" llegó a Juan Fernández, con la autorización chilena, luego de hundir en diciembre de 1914, frente a Corral en Valdivia, a una barcaza inglesa. La leyenda de un supuesto tesoro de oro y joyas que permanece en sus restos mueve todavía a los buscadores de tesoros, cuyo último esfuerzo por reflotar objetos del barco fue en 2006.

Un año antes, en 2005, una empresa de exploradores, apoyada en la tecnología de un robot georradar, anunció el hallazgo de un tesoro en la isla Juan Fernández, avaluado en la suma de 10 mil millones de dólares. Las informaciones entregadas por los protagonistas fueron desestimadas por diversos historiadores. El presunto tesoro sigue siendo fuente de contradicciones e incongruencias, pues los informantes mezclan en el mismo hallazgo historias repartidas en muy diversos textos históricos, que abarcan siglos de episodios relativos al tema.

Por su parte, el historial de la isla como lugar para el destierro de políticos indeseados, o simplemente delincuentes peligrosos, llega hasta entrado el siglo XX. En 1909, el presidente Pedro Montt envía a un presidio agrícola en la isla Alejandro Selkirk a 170 presidiarios de Santiago y Talca. En 1927, Carlos Ibáñez del Campo envía reos comunes a la isla y más de un centenar de presos políticos.


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NACIONAL Domingo 24 de Marzo de 2002

Evacuados de isla Selkirk:
Sólo logramos sacar algo y salvar la vida

El pequeño poblado insular quedó desierto con el traslado a Robinson Crusoe de todos los afectados por el aluvión del lunes.
AUDÉNICO BARRÍA

JUAN FERNÁNDEZ.- Aunque están acostumbrados a separaciones prolongadas, el arribo a la isla de Robinson Crusoe de 30 de sus habitantes, que permanecían por la temporada de la langosta en la isla Alejandro Selkirk, adquirió antenoche características especiales.

Tras los abrazos y la emoción del reencuentro, el interés de los familiares más cercanos era conocer detalles de la dura experiencia que el grupo vivió el lunes último, cuando un aluvión arrasó con gran parte del pequeño y único caserío de la isla Selkirk, a 180 kilómetros al weste de Robinson Crusoe y a 880 kilómetros del continente.

Los 29 isleños y un investigador norteamericano - entre ellos cuatro mujeres y dos niños- fueron evacuados por el transporte Aquiles, dependiente de la Primera Zona Naval, y trasladados a la bahía Cumberland, en la isla Robinson Crusoe, lugar de residencia permanente de la mayoría de ellos.

Testimonios
José López Rivadeneira, un antiguo pescador del archipiélago, relató que está acostumbrado a las intensas lluvias que en esta época afectan a la isla Selkirk, pero nunca antes se había visto enfrentado a una situación igual a ésta. "Era como la una de la madrugada cuando sentimos un ruido cada vez más fuerte y nos dimos cuenta de que se venían el agua y el barro. Alcanzamos a salir y al poco rato todo era un desastre".

Según Jorge González Chamorro, la riada se descargó con más violencia alrededor de las tres de la madrugada del lunes último, llevándose gran parte de la zona donde estaban los botes y su casa. "Sólo logramos sacar lo fundamental y salvar la vida", declaró'.

La avalancha dividió al caserío en tres secciones. El agua y el barro bajaron desde la parte alta del cerro Los Inocentes por la quebrada que termina en la población.

Una de las primeras rescatadas fue Greta López González, de 26 años. Asegura que desde que tenía dos meses de edad su padre la llevaba desde Robinson Crusoe a la isla Selkirk, sirviéndole de compañía durante los largos meses que su progenitor junto a otros pescadores permanecía en el apartado lugar para participar en la captura de la langosta. Tradicionalmente, quienes realizan esta actividad residen desde octubre hasta mayo en el peñón de 85 kilómetros cuadrados.

Indicó que por entender que esa es la vida de los isleños, ahora acompaña a su marido Manuel de Rodt y tuvo la osadía, al igual que su padre, de llevar a su pequeño hijo Aron, de sólo dos meses de edad. Aunque pasó susto con el aluvión, afortunadamente su vivienda no sufrió daños.

Igual situación vivió Ariela de Rodt, de 25 años, quien fue evacuada junto a su hija Gina (3) y su esposo Gino López González.

Con más experiencia que las anteriores, Brunilda de Rodt señala - a bordo del buque Aquiles- que de sus 53 años, de los cuales 20 ha acompañando a su marido José González Arredondo hasta Selkirk, "nunca había vivido una situación igual".

La emergencia del lunes, que destruyó cuatro de las 16 viviendas del caserío y tres de los 8 botes pesqueros, no las acobarda. Así lo asegura la cuarta mujer evacuada, Brigitte de Rodt, de 27 años, quien hace notar que para vivir en la isla hay que ser arriesgados y fuertes. Sostiene que tal ha sido la característica de sus padres y demás antecesores. Agrega que no se puede esperar otra cosa de quienes llevan el apellido De Rodt y que hoy viven en el archipiélago. Todos son bisnietos y tataranietos del primer colono suizo que llegó a Juan Fernández, Alfred von Rodt.

La isla Selkirk quedó desierta luego que el helicóptero naval utilizado en la evacuación hizo anteayer el último vuelo entre el peñón y el buque Aquiles.

Entre quienes se embarcaron con destino al poblado de Juan Bautista, en la isla Robinson Crusoe estuvo el ornitólogo norteamericano Peter Hodum, de la U. de California.

El investigador y el estudiante de biología marina de la Universidad Austral de Valdivia, Ronny Reyes, se encontraban esa madrugada en la cumbre del cerro Los Inocentes, a 1.600 metros de altura sobre la costa, donde acamparon.

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REVISTA DEL DOMINGO
Domingo 20 de Octubre de 2002

Carlos Griffin: pionero de aire

Carlos Griffin es lo que se llama un pionero. A bordo de un Piper Azteca, él y un amigo fueron los primeros chilenos que aterrizaron en Juan Fernández, notable hazaña que sólo fue posible porque ellos mismos construyeron una pista que sigue siendo la única de Robinson Crusoe. Claro que Griffin tiene más cuento. Mucho más cuento. Tiene 66 años y licencia al día para pilotear helicópteros. Y uno de sus grandes placeres consiste en juntarse con otros helicopteristas y llegar volando a ríos ocultos para poder pescar. ¿Perdón?
Texto: Sergio Paz

Retrato: Carla Pinilla

Carlos Griffin se ha pasado dos tercios de su vida en un hangar. A los 18 años fue alumno del primer curso que realizó el Club Aéreo de Chile en Tobalaba. Y hoy, a los 66, no sólo es piloto sino también empresario. Griffin es presidente ejecutivo de Lassa, una pequeña gran línea aérea ­especializada en fumigaciones, heliesquí, prospecciones geológicas, vuelos a Juan Fernández y un largo etcétera­ que ahora se apresta a iniciar un nuevo servicio entre Concepción y Viña del Mar.

Carlos Griffin se las trae. Tiene dieciséis helicópteros y otros tantos aviones, flota que él mismo maneja con la suavidad y decisión con la que, seguramente, se debe manejar la caña de un bimotor. Hombre de grandes ideas y grandes aspiraciones, Griffin no sólo ha incursionado con éxito en tremendos negocios como la prospección pesquera, sino también en extraños pitutos que sólo a él se le podrían ocurrir. Por ejemplo, cuando las heladas amenazan los cultivos, sobrevuela con sus helicópteros los viñedos para así mover el aire y subir la temperatura. ¿Muy raro? Así es Carlos Griffin. ¿Un excéntrico? Por favor. Un adelantado.

­Usted tiene siete mil horas de vuelo. ¿Dónde acumuló las primeras mil?

"Comencé haciendo propaganda aérea en un viejo avión Stinson que llamábamos el Hocicón, una nave a la que le habíamos puesto los parlantes de un portaaviones norteamericano. Así, cada vez que sobrevolábamos Santiago, gritábamos el eslogan de nuestra campaña: Compre huevos, una fortuna en vitaminas. Después compré una de las primeras grabadoras que salieron al mercado y entonces fui a un gallinero y grabé a unos gallos. Y mejoró la cosa. Cantaba un gallo y yo decía: Compre huevos, una fortuna en vitaminas. Y entonces todos los gallos de Santiago se ponían a chillar. Nunca pensé que había tantos gallos en Santiago".

­Después de tantos años de vuelo usted debe tener cientos, miles de historias.

"Hay muchas historias divertidas. En una oportunidad, en una gira de propaganda aérea, llegamos a Taltal cuando se ponía el sol y el cielo estaba completamente cubierto de nubes. Entonces, como el aeródromo estaba a unos 25 kilómetros de la ciudad, se nos ocurrió volar sobre las nubes, sin que nadie nos viera y entonces gritamos: por favor, un taxi a la pista de aterrizaje. Y todos los que tenían auto llegaron a ver qué pasaba. Pensaron que el que hablaba era Dios".

­¿Muchos vuelos al extranjero?

"A partir de los años 60 comenzamos a traer carne desde Argentina y a llevar caballos de carrera hasta Estados Unidos. A poco andar, Lassa llegó a ser una de las empresas cargueras más grandes del país y llevar caballos se tranformó en un buen negocio. Sólo había tres paradas: Arica, Guayaquil, Panamá y de ahí Miami. Cada viaje requería de 21 o 25 horas de vuelo".

­¿Y qué tal los equinos pasajeros? ¿Lo pasaban caballo?

"El grave problema que tenían los caballos era que en ese tiempo no había radares y, como en el Pacífico hay muchas tormentas, no teníamos cómo evitarlas. Al punto que varias veces cayeron rayos en el avión y entonces los caballos se espantaban. Incluso, una vez, tuve que matar a uno que había enloquecido".

­¿Qué es lo más difícil que ha hecho en su carrera?

"Haber dirigido un plan que en su época fue considerado imposible: construir la pista de aterrizaje de Juan Fernández. Las autoridades decían que no era posible hacer una pista en islas volcánicas como ésas. Y tenían razón. Incluso hoy día, para la aviación tradicional, no se puede hacer. Pero como nosotros teníamos aviones pequeños, vimos la posibilidad de hacer una pista diferente. Y para lograrlo tuvimos que hacer primero un vuelo de reconocimiento, uno rasante en el que tuvimos que ir corrigiendo el viento".

­¿...?

"Encontrar Juan Fernández es realmente difícil. Más si piensas que en esa época no existían radioayudas ni GPS. Eso fue en octubre de 1966. Hicimos el vuelo en un avión con una autonomía marginal: un Cessna 310 bimotor, con Germán Acevedo de piloto y yo de copiloto. Partimos desde Cerrillos con mucho nervio, pues era muy fácil perderse en el mar. Y además la única alternativa era ir y volver rápido, ya que te podías quedar sin combustible. De hecho al regresar se paró un motor".

­¿Y qué es eso del viento?

"Hallar Juan Fernández sin instrumentos es como encontrar una aguja en un pajar. Se trata de un punto minúsculo en un mar inmenso, al punto que incluso hoy ­sin lo necesario­ sería tremendamente difícil dar con el archipiélago. Así las cosas, avanzamos con un rumbo fijo, pero como el viento a uno lo va desviando decidimos volar muy bajo e ir calculando por las olas la fuerza del viento y su dirección. Fue un viaje emocionante y una enorme alegría dar con el lugar".

­Entiendo que después usted mismo se dio maña para construir la pista de aterrizaje.

"Organicé una expedición y fuimos con palas, picotas y carretillas a un lugar que incluso algunos isleños no conocían. Luego de seis meses logramos hacer una pista absolutamente extraña, de 430 metros, un poco más corta de lo que se necesitaba. Pero la hicimos".

­Y no debe haber sido fácil.

"Fue muy difícil, especialmente por los pocos medios con los que contábamos. De hecho, una institución agrícola que dependía de la Corfo nos prestó un tractor y para llevarlo hasta el lugar tuvimos que fabricar una balsa de tambores. Con la balsa lo transportamos hasta un sector llamado Bahía El Padre, una especie de iglesia natural en la roca. La cosa es que había que subir el tractor por un sitio demencialmente escarpado, y cuando el operador se dio cuenta dijo que regresaba al continente. Pero los lugareños le dieron vino y se quedó".

­Robinson Crusoe es un lugar de muchos cuentos, ¿no?

"Hay historias muy interesantes. Por ejemplo, la de un hombre de gran fama y fortuna que pertenecía a la sociedad europea de la época: el famoso barón de Rodt. El barón llegó a Robinson Crusoe en un yate de dos palos con piano a bordo, pero un temporal se lo destruyó. Entonces cortó con su familia, se quedó en la isla y puso un aviso para encontrar esposa. Y parece que le fue bien, porque en la isla hay muchos descendientes, con ojos azules y rasgos europeos".

­¿Isla chica, infierno grande?

"Ahí tienes la historia del juicio de los Maurelio. Ellos fueron de los primeros chilenos que se fueron a vivir a Juan Fernández. Y todo estaba bien, hasta que un día llegó un náufrago que se metió con la hija casada de un Maurelio. Entonces, como no tenían justicia a la que acudir, decidieron matarlo. Tiempo después, el capitán de un buque detuvo al padre de los Maurelio y lo llevó a Valparaíso donde lo condenaron a muerte. Pero la población de Valparaíso se levantó pidiendo que le perdonaran la vida. Inostroza escribió un libro sobre eso llamado "La justicia de los Maurelio"".

­¿Qué dice usted? ¿Hay o no hay un tesoro escondido en la isla?

"Curiosamente, a este turista americano que ahora busca el tesoro fui yo quien le hablé de la famosa carta. Porque no cabe duda de que ese tesoro está en la isla. Y tampoco de que la carta donde se habla de él sea verídica. Todo nace con Blanca Luz Brun, una poetisa que se fue a vivir a la isla y que recibió la carta de un marino relacionado con el tesoro. Al parecer, un buque habría zozobrado en la orilla, entonces recogieron el tesoro y lo enterraron. María Eugenia, hija de Blanca Luz, vive actualmente en la isla y es ella quien tiene la carta".

­Pero tendrá que reconocer que Juan Fernández es caldo de cultivo para las fábulas. Hasta Edwards Bello asegura que Robinson Crusoe nunca vivió allí.

"Es cierto que Defoe insinúa que la isla podría haber quedado cerca del Orinoco, en Venezuela. Pero hay una cosa que está probada: Alejandro Selkirk quedó abandonado cuatro años y tres meses en Robinson Crusoe. Eso, hasta que lo rescató un barco francés. Y de por qué lo dejaron allí, hay muchas teorías. Incluso dicen que lo bajaron del barco porque era maricón".

­¿Dónde radica el verdadero encanto del archipiélago?

"Lo más interesante de Juan Fernández es lo que no hay en Juan Fernández. Es un lugar que no tiene la belleza de las islas paradisíacas, pero es realmente salvaje. Juan Fernández tiene precipicios, suelo volcánico, vegetación exuberante, vientos, pájaros, en fin. Muchos de los que llegan se encuentran con ruidos que ya no existen. Yo puedo asegurar que Juan Fernández es el único lugar donde puedes escuchar cuando canta el viento".

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EnPortada.cl
Septiembre 06



Carlos Griffin: “Los vientos de la Isla pueden cambiar en unos segundos”
El creador de la pista aérea en Juan Fernández y el primero en aterrizar en ella, habló con nosotros sobre la tragedia. Según dijo, la piloto realizó todas las acciones necesarias, pero las condiciones climáticas de la isla, son diferentes a las del resto del país. “Lo único que podía intentar era amarizar, pero es muy complicado”, señaló Griffin.

Por Sarita Lagos

Santiago, Septiembre 06 (EnPortada.cl).- Mucho se ha hablado acerca de la tragedia que enluta a nuestro país. Una de las grandes interrogantes, son las razones que provocaron el accidente. Por esta razón, fuimos a conversar con Carlos Griffin, piloto de más de 50 años de experiencia, creador de la pista aérea de Juan Fernández y actual presidente de la empresa de aviones Lassa.

“Yo no creo que la piloto tuviera poca experiencia o que no estaba capacitada para su labor, lo que sí creo, es que no debe haber sabido de las condiciones que presenta la isla. Pocas personas saben que en Juan Fernández, el viento puede cambiar en segundos, tanto en velocidad, como en dirección, lo que complica su manejo”, aseguró Griffin.

Acerca del avión CASA-212 en el que viajaban las 21víctimas, el experto opina, “yo conozco bien los CASA, de hecho he piloteado algunos, la cantidad de ocupantes está bien, es su máximo. No creo que haya tenido problemas de sobrepeso. El combustible no les permitía volver de inmediato y ante la imposibilidad de aterrizar, lo más obvio era intentar el amarizar, pero no es algo simple, aunque se puede. Si hubieran amarizado, es alta la posibilidad de que hayan podido sobrevivir”.

Sobre las posibilidades de encontrar los 17 cuerpos faltantes, el piloto muy buen conocedor de la isla, dice con una mezcla de esperanza y pena, “como dicen por ahí, no creo en brujos, pero de que los hay, los hay. Pienso que con el viento y las fuertes corrientes, hay más posibilidades que una de las videntes encuentre algo, que los buzos o robots. Espero que al encontrar la mayor parte del avión, haya suerte también, porque los asientos son bien pegados. De todas formas, dudo que puedan recuperarse todos los cuerpos”.

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