lunes, 19 de septiembre de 2011

HISTORIA DEL ARTE Del Mulato Gil hasta el siglo XX: El Dieciocho en la pintura de grandes artistas

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domingo 18 de septiembre de 2011

Las celebraciones en la histórica Pampilla, los circos y sus entrañables personajes, la cueca y los volantines que se elevan han sido y son temas de algunos de los más importantes pintores, especialmente del siglo XIX y principios del XX. La historia comienza con el Mulato Gil, con su obra vernácula, y pasa por artistas realistas, románticos, modernos, expresionistas, y llega hasta contemporáneos. Algunos con obras descriptivas que constituyen un testimonio histórico, otros que juegan sólo con la emoción. Seleccionamos algunas obras, a las que se suman otros grandes nombres que trataron este tema, como Juan Francisco González, Valenzuela Puelma, González Méndez, Juan Mocci y más.
CECILIA VALDÉS URRUTIA

MANUEL ANTONIO CARO



"La Zamacueca" constituye un ícono de expresión de la corriente del costumbrismo en Chile y existen varias copias de ella. Su dibujo, el uso del color y la lograda composición resaltan. La atmósfera del bar empuja la fuerza del baile de la pareja protagónica. Y como escribieron Ivelic y Galaz, en su historia del arte: "El artista dejó aquí un boceto del baile nacional muy bien ambientado. Superó lo descriptivo. Comprendió muy bien el significado del lenguaje plástico". Manuel Antonio Caro agregó, además, su ironía en esta tela: pintó un perro que mira al espectador y un niño descalzo que nos observa displicente.

GONZALO ILABACA



Este bohemio pintor de la generación de los 80 recorrió el país en una camioneta de gitanos. Vivió y recreó, en telas de gran formato y con un expresivo color, los personajes y lugares que encontraba por ese mundo nómade. Sus numerosas obras de circos se cruzan y enmarcan en estas fechas de celebraciones. H ombre con mono , de los años 90 , destaca por su trazo nervioso, fuertemente expresivo y con un desafiante color, con sus tonos rojos y amarillos. Recrea a un integrante del circo gitano, en medio de su mágico y popular entorno.

ARTURO GORDON



En este artista -discípulo de Fernando de Álvarez de Sotomayor- prima un espíritu esencialmente plástico, no descriptivo. Gordon (1883-1944) buscó la emoción a través del color y de los contrastes. Pintó varios temas dieciocheros, como "La Cueca", su famosa "Zamacueca" y este más ramático "Los borrachos" . La obra da curso a una propuesta más melancólica, en su estilo cercano al barroco, en la que recrea con fuerza la atmósfera de un bar en estas fechas, con la guitarrista y unos hombres embriagados por el alcohol.

JOSÉ GIL DE CASTRO



El gran pintor colonial peruano (1785-1841) se instaló en Chile hacia 1810. Fue un gran retratista de la sociedad y de los protagonistas de la transición entre el periodo de la colonia y el de la Independencia. Fue amigo de OHiggins, a quien pintó varias veces. Esta obra: "Bernardo O'Higgins, director supremo 1821" es una de las más significativas, por su autoría y su gran valor documental.

REINALDO VILLASEÑOR



Es considerado uno de los "astros" de la llamada Generación del 40. La iconografía más personal de Villaseñor (1925-1994), dentro de una figuración, se mueve alrededor de temas cotidianos, con una composición y un trazo muy evocativos. Fue un vivo intérprete de escenas populares. En su "Organillero " trasunta -con belleza y poesía- una mirada más melancólica, que se observa en la pareja con los dos niños y en el mismo organillero. Villaseñor fue discípulo de Camilo Mori, quien también recordó estas fechas con un melancólico "Circo", en París, bajo una concepción ya más modernista.

ERNESTO CHARTON DE TREVILLE



Fue otro de los artistas europeos que residieron en Chile entre 1840 y 1850. Pero su valor plástico -según escribió Romera- fue "inferior a Rugendas". Sus obras valen más desde el punto de vista documental. Esta acuarela y pastel "18 de septiembre en el Campo de Marte de Santiago ", de 1845, está llena de pasajes ilustrativos y matices. En medio del campo aparecen cientos de comensales, huasos a caballo y familias. Se aprecian fondas y un circo. Retrata la médula de la gran fiesta popular.

MAURICIO RUGENDAS



Es reconocido como el gran descifrador de las costumbres populares, como reseña la historiadora del arte Isabel Cruz. Este pintor alemán (1802-1858) -que se ubica en la línea del romanticismo- llegó a Chile en los mismos años en que Gil de Castro estaba aquí. Participó en los salones de Isidora Zegers y fue reconocido por capturar la atmósfera psicológica de sus retratados. Recorrió Chile: el propio Presidente Prieto lo autorizó. Ahí surgió su emblemática pintura "La llegada del Presidente Prieto a la Pampilla para la fiesta nacional ", en 1834. Pintó ahí magistralmente los grupos de personajes y escenas, reflejando el magnífico ambiente de esta celebración. Entre las escenas costumbristas resalta también su cuadro "Huasos maulinos", de gran síntesis plástica.

ISRAEL ROA



El Premio Nacional de Arte 1985 estaba orgulloso con este gran óleo "La Pampilla de Coquimbo", que mantenía en su casa, cuando lo visitamos. El alegre y cálido artista (1911-1991) había pintado aquí la celebración del 18 en el norte. Con gran expresividad, plasmó los cerros amarillos y una multitud que se agolpa, baila, hace pic-nic y eleva volantines, en medio de banderas y fondas. Pintó también un circo que se vislumbra en la lejanía. Pequeñas subescenas van llenando de vida este cuadro. Israel Roa llevó, además, a la tela: la cueca de su querida tierra natal, Angol.

NEMESIO ANTÚNEZ



Este querido "pintor pintor", como él mismo se definía (1918-1993) nunca dejó de pintar Chile, ni cuando vivió en París o en Nueva York. Varias de sus series las dedicó al país: la de la Cordillera y especialmente sus volantines para el "18". Antúnez retomaba y cruzaba sus series a lo largo del tiempo, no había fechas cronológicas para él. Los volantines los mezclaba con sus tangos, con los manteles cuadriculados, con las camas, el Estadio Nacional y con nuestro paisaje. En este acrílico "Volantines con nube negra ", da rienda suelta al color y a la libertad propia de su pintura y grabado. El paisaje de Chile constituyó siempre uno de sus grandes protagonistas, como cuando pintó una obra en homenaje a Neruda -gran amigo suyo- en medio de la cordillera y con volantines.

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